Son aquellos en los que nos levantamos, mas bien tarde, arrastrando los pies por el suelo hacia la cocina a engullir algo de comer, paraeta en el cuarto de baño y acomodar tu posaderas en el sofá. Pero antes de todo eso te aseguras de:
- el móvil a mano.
- el fijo si es inalambrico, también (una vez que te has colocado los cojines anda que no da coraje levantarse)
- el portátil
- el mando de la tele.
- para los mas sivaritas podemos extenderlo a una botella de agua.
una vez con todo esto preparado te dispones a no ver la tele pero, la tienes encendida, a navegar por Internet saltando de facebook en twiter y de blog en blog y tiro por que me toca.
Hasta que llega la hora de comer, procedes y ya no te sientes tan culpable por echarte una siesta de dos horas aprox. en día pijama la siesta del marrano (la de antes de comer) es todo un abuso.
Despertado pues de un sueño que te cansa aún más y con ardores, decides aventurarte hacia el baño por segunda vez en el día, vuelves al sofá, y esto ya va en gustos, lees un libro, ves la tele, sigues en Internet... hasta que ya decides cenar, y te das cuenta que no sabes por que estas tan cansado, cuando lentamente miras hacía bajo y ves que tienes el pijama puesto, y que sigue intacto el hueco de la cama por el que saliste... que gran revelación, y piensas me voy a la cama con el remordimiento de todo lo que podías haber hecho en este día y en seguida a tu mente viene, como dijo vivianne leigh,
en Gone with the wind ... ya lo pensaré mañana.
