jueves, 23 de diciembre de 2010

Un año de letras



Sin duda alguna este año puedo decir que ha sido el más prolífico en cuanto a lo que a lectura se refiere. Hace ya bastantes años que un gatico muy resabiado dejo caer en mis manos un libro y me dijo, no muerden y en ellos se descubren muchas cosas... caí en las redes de lo que un buen libro (o no tan bueno, eso depende del consumidor) puede ofrecerte. 

Pues bien esta entrada es un mero homenaje a los libros que han marcado el 2010, ya que ellos me han dado tanto y no te piden nada a cambio yo desde aquí les quiero ofrecer este pequeño homenaje… 

El año comenzó de la  mano de Torcuato Luca de Tena y sus Renglones Torcidos de Dios: 

Los extravertidos, que echan fuera el lastre de sus emociones, tienen menos riesgo de enloquecer que los introvertidos, que se guardan para sí las toxinas emotivas, con las que acaban envenenándose por no saber o no querer eliminarlas

Después de las intensas páginas de Luca de Tena había que refrescarse y cambiar el registro con algo ligero y divertido y que mejor que con Eduardo Mendoza y Sin noticias de Gurb

08.04 Recupero la cabeza y la lavo en una fuente pública situada a pocos metros del lugar de la colisión. Aprovecho la oportunidad para analizar la composición del agua de la zona: hidrógeno, oxígeno y caca.

Al leer la sinopsis del siguiente libro que ocuparía mi cabecera durante un par de meses, no le di muchas esperanzas y gratamente Ana Galvada me sorprendía con su Juntos nada más

Clic clac. Que nadie se mueva momento suspendido en el tiempo... felicidad 

Gracias a mi mecenas de la lectura que inyecto una buena dosis de libro, continuamos acunando las noches, esta vez con el grandioso Gabriel García Márquez y su Del amor y Otros Demonios: 

Se revolcaban en cenagales de deseo, hasta el limite de sus fuerzas: exhaustos pero vírgenes [...]
No se saciaron de hablar de los dolores del amor

Y llegó el que sin duda ha sido el libro del 2010 el que más me ha hecho llorar, emocionarme, el que he lamentado cada pagina que leía ya que significaba que se acercaba el final, con este libro vi volar Cometas en el cielo

En Afganistán, yelda es el nombre que recibe la primera noche del mes de Jadi, la primera del invierno y la más larga del año. [...] Cuando me hice mayor, leí en mis libros de poesía que yelda era la noche sin estrellas en la que los amantes atormentados se mantenían en vela, soportando la noche interminable, esperando que saliese el sol y con él la llegada de su ser amado.

Después de este libro volvía a necesitar algo liviano que me sirviera de puente antes de poder coger otro, que me pudiera impactar tanto y que mejor, después de haber estado este año en Florencia, que leer una breve biografía de Pilar Molina sobre, El terrible florentino 

Tenia que escoger un lugar en donde, sin dañar la obra, la firma se viese a la fuerza ¡ya estaba! En la cinta que cruzaba el pecho de la Virgen.

Y ya por fin llegó a mi manos el último libro de este año, una novela ligera que te descubre las costumbres y vivencias de un país desconocido pero lleno de encantos y playas paradisíacas. De la mano de Marta Rivera de la Cruz, Viajar a Chipre. 

Y estas han sido las flores que adornan el jardín que siempre llevo en mi bolsillo y es que no hay nada más cierto que no hay pena que un gran libro no pueda consolar.

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